While I'm watching tv





I imagine this story, about a girl and a boy. It’s 10 o’ clock in the morning. They wake up. The day arrives …



Son las diez de la mañana. Se despiertan. El día se les presenta como una sucesión de acontecimientos rutinarios por demás. Esperan dos minutos antes de salir por completo de la cama. Se dirigen al baño, lavan su cara. Él con migraña, ella con lagañas. Cada uno en su respectiva casa resuelve la mañana de un domingo con una mueca de seriedad. Lo que piensan no importa porque todo está allí, en la contemplación de los actos, de la mano que acaricia el pelo, de la otra apretando la cintura, agarrando un peine, poniéndose un pantalón.
De la mañana con sonido a pájaros, de la mañana con el café ya listo. Suena la silla, las piernas se cruzan, un dejarse caer. Es el llevar la taza a la boca y el click instantáneo retenido en ese actuar de los labios rozando apenas los bordes. Después del trago la mano de ella se extiende hacia la punta de la mesa, deja la taza. En la otra punta él levanta una taza, le da un sorbo a la infusión, contrae sus hombros, suspirará acaso, deja la taza.
Ella toca su pera. El toca su nuca. La contemplación de la ventana que da a ese interior de cosas no resueltas.
Lo que piensan realmente no importa. Todo está allí en un hacer lo mismo, figurar lo mismo, aparecerse y contenerse en un mismo lugar de cosas automatizadas.
Accidentalmente, él dejo de hablarle.
Consecuencialmente, ella dejo de pronunciarlo.
Eventualmente, jamás conversaron.