
Las relaciones humanas son demasiado complejas sin tener en cuenta el simple hecho de la existencia de alguna especie de esquematización social. Considerándola, todo es simple o predecible, calculado hasta en sus peores crisis.
Aún así siguen siendo muy complejas, inabarcables, insufribles, inconstantes, secretamente poderosas; relaciones dormidas, puestas en juego por antojo, sin conocerse realmente entre ellas ni conocerse en su potencialidad.
O quizás no tengan capacidad de nada nuevo, nunca más _
Ese día estaba algo nerviosa, ansiosa.
Acababa de redactar mi último artículo lo cual fue un alivio por la dificultad que tuve que pasar entre la recopilación de información y su elaboración. Y eso son dos obstáculos claves.
Pocas veces tuve la facilidad de conseguir pruebas, teniendo que atravesar muchas cosas, circundar por lugares que juraba no regresar, tratar con otras cosas a las que no me quise acostumbrar. Sin embargo se me hacía más insoportable cuando no podía coincidir una sola línea con lo que maquinaba en mi cabeza y con lo que debía informar.
No todo se puede informar; a veces no es cuestión de decir la verdad.
Salí a la calle en busca de cigarrillos y al abrir el portón me sacudió un golpe de aire frío por lo que subí el cierre de mi campera, oculte las manos en los bolsillos y me puse en marcha.
Compré los cigarrillos y caminé .
No se cuanto tiempo caminé .
Llegué al puente, otra vez. Una suerte instintiva o una necesidad jugaba conmigo y solo me dejé arrastrar hasta allí de nuevo.
Pensé en la complejidad y la simpleza,y en estas cuestiones de las relaciones. Al mirar las luces de la cuidad esbocé miles de imágenes, de conexiones, de redes, y vislumbré su rostro, limpio y claro como la luna. Vislumbré el rostro más olvidable e imposible de arrancar, y en ese pequeño lapso todo volvía a ser real y alucinado.
Sobre el otro extremo del puente alguien se arrojaba a la inmensidad oscura de agua .
Me alejé corriendo.
No paré de correr _
Photo by: Paleuf.