Visiones doradas -

-




En oro se enebran las tizas, el polvo que cae de los cabellos. Repito constantemente una palabra absurda para contar el paso del tiempo sin el ritmo de los segundos. Me encuentro sumergida en paredes rebosantes de liquidez desapareciendo cada vez que cierro los ojos. Ya no parpadeo con la misma rapidez porque para cuando se unen un extremo con otro, todo retumba y tengo miedo de caer si este suelo se llegara a quebrar.
Estoy seca y el viento me hará dispersar como las hojas de los árboles de otoño. Sin saliva se me reseca la boca y sin calidez, los labios. Quisiera estrecharme, ser un ovillo, un punto minúsculo en un plan maestro de líneas paralelas. Semejante ambición se me antoja vigente por lo que mis respiros destilan signos encendidos como luces de neon.
La tierra devuelve a mis pies sórdidas raices mundanas sintonizando colores y aromas, inyectados por los poros de mi piel. Me estremezco y cada extremidad se contorsiona con elegancia.
Sospecho que ya nada pertenece a lo que mi mente pueda dictar. Soy un retrato de lo que alguna vez fue una voz ordenando a este cuerpo caminar.
Debería volver al punto cero, cenizas sobre cenizas. A las hebras doradas del firmamento azul doblegándose en sus límites de horizonte finito.




-

1 comentarios:

preGho dijo...

Sospecho que ya nada pertenece a lo que mi mente pueda dictar.







(L)